lunes, 5 de diciembre de 2011

Agua


























Fuego paseaba aburrido por la central cuando, de repente:
Uaaaaaauaaaaaauaaaaaauaaaaaaa
Sonó la alarma.
-¡Rápido, a los camiones! -de todas partes salieron bomberos corriendo de un lado para otro. Pablo se montó en Nino y se preparó para hacer frente a la emergencia.
Las puertas se abrieron y los camiones salieron pitando.

Niiiiiinoniiiiiiinoniiiiiinoniiiiiinoniiiiiiiinoniiiiiiinoniiiiiiiiiiiinoniiiiiiiiinoniiiiiiiiiiinoniiiiiiino

Fuego vio su oportunidad y se escapó por una puerta antes de que se cerrara.
Patapatapatapatapatapatapatapatapata
Corrió sin rumbo determinado.

Pablo llegó al incendio el primero.
- ¡Vamos Fue...! -empezó a gritar, pero se quedó a medias porque su perro no estaba dentro de Nino.
- ¡Fuego! ¿Donde está Fuego? -el resto de los bomberos que habían acudido a la emergencia no supieron responderle-. Me voy a buscarle. Apagad el fuego sin mí.
- Vale Pablo -le respondieron sus compañeros-. No te preocupes. Esto está controlado -dicho esto sacaron las mangueras y apagaron las llamas.
Plosh, plosh, plosh, plosh
Pablo volvió a la central.
- Jefe ¿Has visto a Fuego? -preguntó.
- No, pero menos mal que has vuelto. Se nos ha inundado el almacén por una cañería rota y se nos van a romper todas las hachas.
Sin perder un segundo Pablo sacó la manguera de Nino y la puso en modo absorber.

Ssssssshup ssssssssshup sssssssshup

En un periquete había absorbido toda el agua.
- Gracias Pablo. Has salvado las hachas de todos los bomberos.
- De nada, pero me voy. Tengo que encontrar a Fuego.

Pablo entró en un parque y preguntó a unos niños que estaban jugando en el arenero.
- ¿Habéis visto a Fuego?
- Nooooooo -dijeron todos a la vez. De repente oyó que un grupo de pequeños lloraba.
- ¿Qué pasa? -les preguntó.
- Buaaaaaaa, buaaaaaaaa, buaaaaaaa. Se nos ha quedado enganchada la pelota en esa rama taaaan alta -corearon.
El bombero no se lo pensó dos veces y acercó a Nino al árbol, extendió la escalera ...

Chucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucu

... y subió rápidamente a la rama más alta.
- Aquí tenéis la pelota
- ¡Gracias Pablo!
- De nada, pero me tengo que ir que todavía no he encontrado a Fuego.

De repente:
- Guau, guau, guau, guau.
- ¡Es Fuego! -afirmó entusiasmado. Corrió lo más rápido que pudo y se encontró al perrazo nadando en medio del lago del parque. Iba directo a un gato que se colgaba con desesperación de una rama y estaba a punto de caer al agua.
- Miauuuuuuuu, miauuuuu -sollozaba asustado el gato.
Afortunadamente, el gato cayó sobre la espalda de Fuego que lo llevó nadando a la orilla.
Allí le esperaba Pablo.
- Fuego, Fuego. ¿Por qué te has ido? Te he echado mucho de menos.
- Guau guau -ladraba Fuego mientras lamía la cara de Pablo.

De repente se oyeron unos sollozos desde el árbol donde se había subido el gato. Cuando Pablo miró hacia arriba vió a una niña llorando.
- ¡Miau, miau! -gritaba el gatito mirando hacia la pequeña.
- No te preocupes -le dijo Pablo-. Yo te bajaré.
El bombero usó la escalera de Nino para subir al árbol.

Chucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucuchucu

- Vamos, ven -Pablo le tendió la mano, pero la niña tenía miedo. Menos mal que el gato subió rápidamente al árbol y convenció a la chiquilla con suaves maullidos.

- ¡Eh! ¡Si eres un gato bombero! -exclamó Pablo-. Me temo que Fuego se encuentra muy solo en la central. ¿Te quieres venir conmigo?

- Miau, miau, miauuuuu, sí, sí, miauuuu.

- Necesitamos un nombre para ti y tengo uno perfecto: ¡Agua!


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